domingo, 15 de diciembre de 2013

Moverse como una serpiente

Es un día frio en noviembre en Ponferrada cuando ando por la Avenida del Castillo en la dirección del puente sobre el río Sil. Ya oscurece. Tengo unos veinte minutos hasta mi próxima clase inglés; puedo andar cómodamente sin prisa. ¿Qué tal fue la clase que acabé de dar? Nada mal, en mi opinión. Como tema de conversación había escogido un artículo sobre el PISA test (una comparación internacional de alumnos de 15 años) con la idea que esto podría interesar a una profesora de una escuela secundaria. Y así fue. Hablamos ampliamente sobre las diferencias en sistemas de educación en España y Holanda. En España los alumnos de todos los niveles se quedan juntos hasta tienen 16 años y pueden elegir entre educación profesional o el bachillerato. En Holanda la selección viene más pronto; ya cuando los alumnos tienen 12 años y van a las escuelas secundarias con niveles diferentes. Es más fácil para los profesores. ¿Pero también será mejor para los alumnos? Le parecía a mi alumna una buena idea. Las diferencias en nivel frenan a los mejores y presionan a los débiles. También me indicó un fenómeno interesante. Había dado clases tanto en Castilla León como en Andalucía con exactamente el mismo sistema y los mismos libros. No obstante, los alumnos de Castilla León hacen el Pisa test mucho mejor que los de Andalucía. ‘Lo más importante son las diferencias culturales, históricos y económicas,’ me dijo. ‘En Andalucía había muchos analfabetas hasta los años sesenta; esto determina más el nivel que el sistema de educación.’ Estuve completamente de acuerdo.

Son exactamente las seis cuando llamo a la puerta del secundo alumno de esta tarde. Es un chico de unos 12 años con un sorprendente alto nivel de inglés. Nos sentamos a una mesita en su dormitorio y empezamos una conversación en inglés. Le pregunto cuáles son sus asignaturas favoritas. Responde que inglés, desde luego, pero también me muestra con entusiasmo sus libros de las otras asignaturas como lo de química. Veo una página llena de dibujos de botellitas con formas extrañas. ‘Tengo que memorizar los nombres de estas botellas,’ dice. ‘¿Cómo se llama esta, por ejemplo?’, pregunto. Responde con una palabra que olvido inmediatamente. A veces tengo la impresión que la educación en España está más basada en memorizar hechos que en Holanda, donde ‘aprender a resolver problemas’ está de moda. Tuve alumnos en España que sabían hacer ejercicios gramaticales complicados sin ningún error, pero que apenas fueron capaces de hablar una frase de inglés.  Pues, este chico tiene suerte, porque se encontró a un profesor moderno que se conecta con el pensamiento de un joven y sabe utilizar las novedades de los medios sociales. ‘¿Recibiste el enlace al video que te mandé por email?’, le pregunto. Mueve con la cabeza afirmativa. ‘¿Te gustó?’ Niega con la cabeza. Me trago una pequeña decepción. Le había enviado un enlace hacia BBC Learning English titulado PinkPipes in Berlin, en el cual un reportero primero introduce las palabras claves (swamp, snaking, construction site, in the pipeline) y después lee lentamente la noticia sobre tuberías rozas en Berlín. ‘¿Hiciste las preguntas?’ ‘Si, pero no eran muy claras.’ ‘Vale, vamos a empezar. What is snaking?’ Responde con una frase inglés que claramente no es suya y que no puedo entender. ‘¿Me lo puedes repetir?’ pregunto. Repite la frase que ahora entiendo ya un poco más pero que quizás no quiero entender. ‘¿Me dejas leer lo que has escrito?’ Me da su papel y leo:  Snaking is when a female (or male) performs fellatio on a group of men consecutively, then immediately repeats the process in reverse order. ‘Dónde encontraste esto?’ ‘Pues, en internet, pero no entiendo lo que significa (más tarde lo encontraré también en el Urban Dictionary). Prudentemente digo: ‘La verdad es que no es el significado habitual; snaking normalmente significa algo como moverse como una serpiente.’ Con mi brazo imito el movimiento. Rápidamente sigo con pregunta dos: ‘¿Por qué pintaban la tubería roza?’ Cuando hemos terminado pone, como siempre, con su boli verde un rasgo verde debajo de su trabajo, coge una capeta de su estante y archiva el papel detrás de los otros que hemos hecho este otoño. Sigo sus movimientos con inquietud. ¿Habrá alguien que va a leerlo? ¿Su profesora en la escuela? ¿Su madre o padre? ¿Y sería posible que esto influyera su opinión sobre los métodos educativos holandeses negativamente?

Después de la clase voy a la sala dónde el padre está leyendo un libro. ‘¿Qué tal fue? ¿Aprendió mucho?’ me pregunta. ‘Creo que sí; habla bien inglés, pero quizás se puede considerar comprarle un buen diccionario inglés-inglés.’