sábado, 28 de marzo de 2015

La teoría de Keynes aplicada en la Calle Rañadero

Los últimos meses casi cada día subía algunas veces la Calle Rañadero en dirección del Hospital de la Reina. Es la calle que empieza cerca del puente sobre el río Sil y sube hacia la Plaza Virgen de la Encina en el casco histórico. Pudiera ser unas de las calles más características de Ponferrada  y en cierto sentido lo es. Característica por la decadencia en la cual tantas ciudades y pueblos en España han caído (véase una opinión anterior llamada  Pueblos perdidos)

Al subir siempre los mismos pensamientos me ocurrieron. ¿Cómo es posible que un callejón en potencia tan guapo puede ser tan descuidado. Ya empieza abajo dónde está el una vez bastante famoso restaurante de pulpo Casa Cubelos, que desde hace unos años está vacío. Lentamente el deterioro toma posesión del edificio. Subiendo vemos a unos pocos negocios que se han mantenido. El restaurante El Rañadero, una relojería, una tienda que en Holanda se llamaría un Home Grow Shop con accesorios para cultivar marihuana, el café Punto del cual cada uno con excepción de la policía sabe que se vende drogas y, casi arriba, una academia para estudios de turismo. Además, casi todas las casas están en un estado deplorable. Algunas desaparecieron por completo o están quemadas. Algunas puertas están forzadas por gente sin techo en busca de un sitio seco para pasar la noche.  

Así caminaba casi cada mañana a las nueve por la calle destrozada hacia arriba, a veces en una llovizna triste, a veces en el frío montañoso cuando el cielo azul estaba lleno de promesas de un día estupendo. Al acercarse la primavera cada vez más peregrinos bajaban la calle; me saludaban como uno de los suyos aunque iba en la dirección opuesta. Pensé: El Camino de Santiago es una oportunidad para presentar Ponferrada a un público internacional. ¿Cuánto dinero han gastado en el Mundial del Ciclismo con el mismo objetivo? ¿No hubiera sido mejor gastarlo en la restauración de una calle como el Rañadero?

Pensé en mis propias clases de economía cuando explicaba la teoría de Keynes a mis estudiantes. Durante una crisis el estado debe estimular la economía con inversiones públicas útiles. Pues, el desempleo hace la incorporación de mano de obra relativamente barata porque la diferencia entre una prestación social y un sueldo no es tan grande. Los precios de las casas y de la tierra son relativamente bajos y así también la tasa de interés. Es el momento apropiado para comprar todas las casas del Rañadero y restaurarlas para matar dos pájaros de un tiro: crear empleo y hacer de Ponferrada un sitio más agradable para vivir o visitar. El ex restaurante de pulpo podría ser un albergue para los peregrinos. La calle sería un buen sitio para pequeños negocios, restaurantes y bares. En el verano se pudiera organizar un rastrillo y miniconciertos.  

Un momentito. También se debe considerar las desventajas, desde luego. Es algo que siempre enseño a mis estudiantes. Tienes que ser capaz de dar los pros y los contras, porque si no, no tienes una opinión sino una convicción. ¿De dónde se puede sacar el dinero? Las deudas en España ya son tan altas. Y importante es que van a utilizar el dinero bien. Que no todos los constructores y empleados son por casualidad amigos y familiares de los políticos responsables. Que el dinero no desaparece en las cuentas privadas de políticos, empresarios o gerentes sindicalistas sin escrúpulos, como pasó por ejemplo con los subsidios al carbón y con los fondos para cursos para formación. Esperamos que en España vaya a soplar un viento fresco, ahora que nuevos partidos políticos como Podemos y Ciudadanos entran en la arena política lo que también fuerza a los partidos tradicionales a limpiar sus filas. Y debe haber algún fondo europeo para restaurar cascos históricos, ahora que algunos de los países del norte tienen negativas tasas de interés.

Por un momento me imaginé como por la izquierda y la derecha de la calle los propietarios de las nuevas tiendas, restaurantes y bares abrieron las contraventanas de sus nuevos negocios, mientras silbaban una melodía alegre. Los peregrinos más madrugadores ya estaban tomando sus cafés y chocolates con churros. Detrás de mi oía la gente susurrar: ‘Mira, allí anda el guiri de los opiniones; gracias a su blog arreglaban nuestra calle tan estupendamente.’ Y con una sonrisa en los labios seguí mi camino entre las casas decaídas hacia arriba.  


lunes, 16 de marzo de 2015

Hasta encontrar el sueño

Mi amor por la montaña empezó hace unos 50 años. Mi tío nos invitó a una película como solía hacer cuando uno de nosotros cumplía años. Ni siquiera recuerdo si mis hermanos o mis padres también estaban. Lo que nunca olvidaría era la última escena de la película. La familia Trapp huye de los nazis por los Alpes desde Austria a Suiza. Con asombro vi la alta montaña y escuché la música. The Sound of Music. Qué belleza! (aqui)
Tendría que pasar mucho tiempo hasta que viera por la primera vez una montaña. Siempre pasábamos las vacaciones con mis padres sin salir de Holanda, donde el ‘monte’ más alto es unos 300 metros. Me gustaban mucho las colinas en los bosques del este de Holanda donde pasábamos cada verano unas semanas. Nunca olvidaré cuando mi padre y yo fuimos muy pronto por la mañana a un brezal en el bosque y vimos dos ciervos, una madre y un cervatillo, desde muy cerca. La alta montaña vi cuando tenía 19 años.

Mi escuela organizaba un viaje de esquiar a Austria. Viajábamos hacia allí en autobús. Desde luego el viaje de ida resultó en una pequeña fiesta que duró hasta muy tarde de la noche. Por la mañana nos despertó la música que el chofer había puesto. ¿Lo hacía porque tanto le había irritado la música rock y disco que estaban de la moda entonces y quería vengarse  despertando a los alumnos con su tipo de música? ¿O era porque creía que esta música era la más adecuada para acompañar el paisaje que revelaba el amanecer? En todo caso, abrí mis ojos y vi por la primera vez de mi vida los picos de alta montaña cubiertos de nieve, mientras sonaban los largos tonos de la armónica de boca de Toots Thielemans. (aqui
 
Había momentos en mi vida en los cuales renegaba mi gusto por Toots Thielemans y Julie Andrews por decir que no era mi estilo de música (la arrogancia de la juventud, ¿verdad?). Pero toda mi vida la llevaba conmigo hacia la alta montaña. Cuando pasaba mis vacaciones de veranos en España, me gustaba entrar el país a pie por los Pirineos, con amigos o solo. Fui por ejemplo en tren a Perpignan, cogí allí el trenito amarillo (le train jaune de Cerdagne) y bajé en unos de los pueblos tan cerca de Los Pirineos. Fontpédrouse puedo recomendar. Y desde allí, con la música de Toots Thielemans en la mente, subí al refugio justamente debajo de la frontera. La próxima mañana subí hasta llegar a la cresta dónde está la frontera y canté bajito:

Climb every mountain
Ford every stream (vale, aquí canté cross every stream)
Follow every rainbow
Till you find your dream

Los Pirineos eran cada verano más superpoblados. Hacer trekking se ponía de moda. Hoy día tienes que reservar los refugios con antelación. Los Picos de Europa padecen del mismo problema. Por suerte reencontré aquí en El Bierzo la perfecta sensación de la montaña. Lo admito, la montaña es menos espectacular que la de los Pirineos o Los Picos. Se trata de montaña vieja con los picos desgastados y redondos. Al otro lado, los valles están cortados más profundamente en el paisaje con pendientes empinadas. La naturaleza es pura y el silencio a veces ensordecedor. En El Bierzo ya ha llegado la primavera. La temporada de traer las botas desde el trastero para subir cada montaña, cruzar cada arroyo y seguir el arco iris hasta encontrar el sueño.