domingo, 27 de noviembre de 2016

La casa de San Nicolás

Uno de mis alumnos va a trabajar en Holanda el próximo año. Porque se trata de un puesto en una empresa internacional le doy clases de inglés. Las palabras básicas de holandés las aprende de un app, me dijo. Efectivamente. Cuando entra mi casa ya me saluda con JJudendajjj (buenos días en holandés, escrito fonéticamente). Después hablamos en inglés sobre temas holandeses: los pólderes, ir con bici, el transporte público, el sistema educativo, patinaje, los horarios de las comidas. Está listo para la aventura; cuando estaba unos días en Holanda, me mandó una foto de él comiendo un arenque salado, que ya se puede considerar como una prueba de integración.

Normalmente comparto completamente su entusiasmo por su nuevo entorno, pero a veces me veo obligado a frenarle un poco y hablar sobre las desventajas: el tiempo, tanta gente en un país tan pequeño, la falta de montaña, los altos precios en los bares y restaurantes,  y sobre todo este malestar con Europa y la sociedad multicultural que parece crecer tanto en Holanda. Cuando hablamos de este último asunto los dos estamos preguntándonos: ¿si la gente en un país tan rico y bien organizado ya está descontenta, donde en el mundo puede estar contenta? Pero todavía tengo que explicarle algo más. Es un aspecto de la sociedad holandesa que me da vergüenza, pero sé que tengo que mencionarlo, aunque sea difícil; al fin y al cabo tiene hijos pequeños. Es algo que divide la sociedad holandesa en dos campos opuestos. Es la discusión sobre Pedro Negro (Zwarte Piet en Holandés).

Pedro Negro es el nombre de todos los ayudantes de Sinterklaas, San Nicolás, que viene cada año a Holanda para celebrar sus cumpleaños el 6 de diciembre y dar regalos a todos los niños. Sinterklaas vive en España, por casualidad no lejos de Ponferrada en el hermoso pueblo Molinaseca, como descubrí recientemente por casualidad.
Pero la fiesta de Sinterklaas se ha vuelto controvertida. La figura Pedro Negro parece una caricatura de un africano, que además se comporta como un esclavo, lo que no cae bien entre la gente con procedencia africana o de Surinam (de Guyana holandesa). Y ahora Holanda está dividida en adversarios y partidarios de la introducción de un Pedro amarillo o rojo o con la cara con manchas de carbón para sustituir al Pedro Negro muy negro. La ‘discusión’ se desborda completamente, sobre todo en los medios sociales, con insultos y amenazas con la muerte si alguien se atreve pedir una adopción de la tradición.

A veces temo que por la discusión sobre Pedro Negro Holanda seguirá políticamente a los EE.UU. y el Reino Unido en las próximas elecciones, porque los populistas han adoptado Pedro Negro como un tema de gran importancia por ser un símbolo de la Holanda tradicional. Antes teníamos la patata que desempañó este papel, creo yo. Mi madre solía decir: al fin y al cabo somos comedores de patatas. Vale, la patata, este tubérculo que proviene de Sudamérica, es tal vez un símbolo de la identidad holandesa tan extraño como un blanco con maquillaje negro. Las costumbres alimentarias holandeses han cambiado mucho como la sociedad entera cambió mucho. En los últimos 50 años Holanda ha sido motorizada, automatizada, digitalizada, americanizada, comercializada, varias veces reestructurada, internacionalizada, privatizada. Por cierto, la introducción de los medios sociales o del móvil cambió más las tradiciones que una posible abolición o adopción de Pedro Negro, pero nunca provocó tantas protestas.

Espero que pueda explicar a mi estudiante los problemas alrededor del sirviente de Sinterklaas tan bien cómo lo hizo una vez un compañero mío del club de fútbol, ya hace años, cuando le pregunté si iba con sus hijos a la fiesta de Sinterklaas que el club organizaba para los peques. ‘A nosotros surinameses no nos gusta esta fiesta,’ era su respuesta. Nunca antes le había oír hablar de ‘nosotros surinameses.’ Después teníamos una larga conversación sobre los sentimientos que provocó Pedro Negro a la gente de color negro en Holanda y me convenció de que tendríamos que adaptar la figura Pedro Negro a la sociedad multicultural.

Quizás explicaré a mi estudiante la discusión sobre Pedro Negro con una comparación con el toreo. Hay algunos paralelismos (y diferencias, desde luego). En los dos casos se trata de una fricción entre la tradición y la ética. Ambos fenómenos son internacionalmente controvertidos y son utilizados para fortalecer una identidad nacional y ‘los otros’ no deben tocar. Desde luego no voy a imponer mi opinión; al fin y al cabo estará en mi papel de profesor y no de columnista. Empezaré con un prudente: ‘Do you think you’re going to miss bullfighting in Holland? ‘ (¿Piensas que echarás de menos ir a los toros en Holanda?)

4 comentarios:

  1. Como siempre, unas reflexiones muy interesantes, Roland.
    Lo cual nos hace esperar con entusiasmo tu siguiente entrada a este blog...

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  2. Roland, tocas un tema muy interesante que se puede extender en España a no celebrar Navidad en los colegios e institutos, a exigir otro menú para los niños musulmanes cuando el del día en el comedor escolar contiene carne de cerdo, etc.
    Disfruto leyendo tus interesantes entradas envueltas con tu peculiar humor.

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