miércoles, 20 de diciembre de 2017

Las aventuras de las gafitas de la pequeña Ana

Al final también he empezado a enviar emojis por WhatsApp. A veces es más práctico. Por ejemplo, cuando quieres terminar una conversación o cuando alguien te ha enviado un chiste soso. No encuentras las palabras adecuadas; envías una carita de sol con una sonrisa. O, como hago a menudo, un ramito de flores. Es por pura pereza. El ramito es el primer emoji que me aparece en mi móvil.
Como casi todos los hombres calvos con el alma alegre parezco un poco a un smiley. Esto era sobre todo el caso cuando llevaba unas gafitas de sol con la montura rosa con forma de dos corazones. Era, creo, antes de que el emoji con ojos o gafas con forma de corazones se ponía popular. En secreto tengo la esperanza que fuera yo el modelo. ¿Pero por qué llevé estas gafitas ridículas? Os lo explicaré.

Era hace unos años. Ya vivía en Ponferrada pero ocasionalmente volví a Holanda para trabajar en una Business School en Rotterdam como profesor de economía y estadística. Esta vez viajé con mi mujer a Salamanca el fin de semana antes de irme a Holanda, para visitar mi cuñada, su marido y nuestra sobrina Ana, que tenía entonces unos 6 años, creo. Era diciembre, pero el tiempo era agradable. Mientras mi mujer y su hermana hicieron compras, fui con la pequeña Ana al parque infantil. A pesar del invierno mi sobrina insistió en llevar sus gafitas favoritas con la montura rosa con forma de dos corazones. Ya pronto las gafitas eran una molestia cuando quería subir el aparato de trepa. Me las dio y las puse en el bolsillo de mi abrigo.

Encontré las gafitas el domingo por la mañana cuando controlé mis bolsillos antes de pasar por la aduana en Barajas. ¿Qué hacer ahora? Estuve a punto de enviar un Whatsapp mensaje a los padres para explicar todo, acompañado por un ramito de flores, pero se me ocurrió que sería más divertido enviar un selfie de mi con las gafitas sin ningun texto. Esto le haría gracia a la pequeña Ana. Después decidí hacer más selfies con las gafas en diferentes sitios durante mi estancia en Holanda. Mi inspiración era la película Amélie en la cual roban un gnomo del jardín de un hombre mayor para enviarle fotos del gnomo desde los sitios más espectaculares del mundo. El lunes después hice una foto en el tren de Rotterdam a Amsterdam. La verdad es que, trabajando y viajando entre Amsterdam y Rotterdam cada día, no estuve en tantos sitios espectaculares. Además, en diciembre Holanda oscurece muy temprano. Un amigo mío me hizo una foto cerca de la Estación Central con la famosa Torre del Llanto al fondo, pero el camera de mi móvil no era capaz de captar un escenario nocturno. En cierto momento se acabaron las aventuras de las gafitas, cuando resultaban ser demasiadas pequeñas para mi cabeza adulta. Una de las patas se rompió.

Una vez de vuelta en Ponferrada el selfie en el tren me parecía gracioso, sobre todo por el contraste entre las gafitas de niña y mi cara tan seria, que era porque hacer un selfie requería toda mi atención. Puse la foto en mi perfil en Facebook y otros medios sociales. Las reacciones de mis amigos y familia eran diversas, desde ´Qué foto más positiva´ hasta ´Que cambies pronto tu foto de perfil´. No la cambié y olvidé la existencia de la foto.

Hace unos meses me invitaron por mi sorpresa para una entrevista de empleo. Se trataba de una empresa de exportación en A Coruña que necesitaba alguien que hablaba holandés. A Coruña no está exactamente en el barrio, pero está más cerca que Rotterdam. Mi idea era que, una vez que les había convencido de que yo era el candidato soñado, podría proponer un puesto de tiempo parcial, tal vez en combinación con trabajar desde casa. La entrevista era por Skype. Me afeité y puse una camisa limpia y planchada. Hacía seguro que al fondo se mostraban los libros de economía y estadística más gordos en la biblioteca. En frente del espejo practiqué la pronunciación de las letras Z y C mostrando la lengua: ‘CCCervezzza.’ ¡No se puede dejar nada al azar! La primera pregunta era: ‘Veo una foto de un hombre con la cara muy seria que lleva unas gafitas de sol con una montura rosa en forma de dos corazones. ¿Es usted?’

Después de la entrevista nunca más he oído nada de esta empresa.

Las gafitas en Amsterdam; al fondo la Torre del Llanto

Las gafitas cerca de Leiden



lunes, 27 de noviembre de 2017

Carta abierta al gobierno de Holanda

Queridas señoras y señores,

En primer lugar mis felicidades por obtener la sede de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA por sus siglas en inglés). Sin duda era el resultado de un lobby impresionante, un poco de suerte al final con la lotería entre Milán y Ámsterdam, y, desde luego, la atracción de Ámsterdam como ciudad para vivir y trabajar. Cuando leí la noticia sentí por un momento corto un sentimiento de orgullo por mi patria. Mira lo que Holanda ha conseguido. Un pequeño país, pero con logros grandes.

Justo cuando estuve a punto de empezar a cantar el himno nacional leí en el mismo periódico digital que en mi país tan pequeño (de 200km de anchura y 300 km de longitud) había aquella mañana en la hora punta caravanas de coches de 900km en total, que era un récord nacional. El crecimiento económico era la causa principal de estos atascos. Tampoco la Renfe holandesa puede asumir con tantos viajeros en las horas punta. El aeropuerto Schiphol está al límite con el número de los vuelos internacionales. Los precios de las casas y alquileres de Ámsterdam crecen rápidamente. ¿De veras necesita Holanda la EMA? El desempleo es en comparación con otros países, como España, muy bajo y continúa descendiendo. Es casi imposible que Holanda va a cumplir los objetivos de medioambiente de El Acuerdo de París. En otras palabras, lo último que Holanda necesita es un impulso económico con dinero público de Europa.

De mi economista favorito Keynes aprendí que se puede utilizar fondos públicos para estimular la economía cuando la coyuntura está baja, mientras el estado debe frenar la economía cuando hay una situación de coyuntura alta. Este principio también vale para dinero europeo. La ventaja de Europa es que se puede utilizar fondos para crear una distribución más equilibrada de la riqueza y empleo entre las diferentes regiones europeas. En los años 70 Holanda trasladó algunas instituciones oficiales a la provincia Limburg, porque allí se cerraron las minas de carbón. Cuando tengo que llamar a Hacienda holandesa con las preguntas complicadas de un emigrante, las responden en este acento de Limburg tan suave y simpático. En El Bierzo pasa ahora lo mismo que en Limburg en los años setenta. Se cierran las minas. Se necesita más empleo; un empujón a la economía regional. Le ruego por todo eso que Holanda renuncie el establecimiento de la EMA en Ámsterdam y lo entregue a Ponferrada.

‘¡Es por interés propio, únicamente porque ahora vive usted allí!’, pensáis ahora. ¡Nada de eso! Pues bien, si usted insiste estoy dispuesto de aceptar un puesto como Asesor Político o Senior Manager Ejecutivo en la EMA, pero lo haré por la mitad del salario que funcionarios con semejantes puestos en Bruselas reciben. Le puedo asegurar que hay muchísima gente aquí que quiere trabajar por sueldos más bajos que en Holanda; el salario mínimo es más o menos la mitad que el de Holanda. También los gastos de construir un edificio para la EMA serán más bajos porque aquí, a diferencia con nuestro país tan pequeño, hay espacio libre para un edificio grande. Tal vez ni siquiera hace falta construir ninguno: ya tenemos disponible un edificio grande y pomposo como suelen ser los edificios oficiales (foto abajo).

También los empleados internacionales de la EMA se aprovecharán de un establecimiento en Ponferrada, si solamente pensamos en los precios bajos por los cuales pueden comprar casas con jardines en un ambiente rural, lejos del stress diario de las ciudades. Pueden comprar verduras frescas en el mercado, ir de copas en el casco histórico, disfrutar de los muchos restaurantes y bares que tenemos aquí. Además, hay la naturaleza salvaje; montes donde andan los osos y los lobos, los ríos llenos de trucha. En El Bierzo la vida tiene una alta calidad.

Les ruego, señoras y señores del gobierno, que considere seriamente mi propuesta. Piensen en grande y europeo en vez de limitado y nacional. Entregue el establecimiento de la EMA a Ponferrada.

Un saludo cordial,
Roland Knoppe
Guiri holandés en El Bierzo

domingo, 12 de noviembre de 2017

Monotonía

No hace mucho que escuchaba casi con lástima los relatos de mis compatriotas sobre Holanda, con estos partidos populistas que hablan tanto de la ‘identidad nacional’ y tsunamis de musulmanes. Aquí en España, en El Bierzo en todo caso, había sobre todo un nacionalismo inocente que no se dirigía contra los inmigrantes o Europa. Más bien se trataba de estar orgulloso de los éxitos deportivos, la calidad de la vida, las tradiciones y, sobre todo, la gastronomía. Pero cuando ahora miro hacia afuera por la ventana veo banderas españolas colgando de la ventana de los vecinos en protesta contra los separatistas catalanes. Estamos a unos 900 km de Cataluña. Colgar la bandera como protesta no parece muy útil. Sin embargo, hay bastantes. En otros lugares en España habrá todavía más. Todo el país se halla sumido en los sentimientos nacionalistas de los catalanes y de los españoles.

En las salas de estar, los bares y las calles de Ponferrada la cuestión catalana desplazó los tres temas de conversación principales: los problemas de salud, el fútbol y el tiempo. Ayer subí en el ascensor con mi vecino de arriba. Este no se podía contener más: ‘Ahora quiero saber lo que piensas tú, como extranjero, de todo lo que está pasando en Cataluña.’ Después hablamos media hora en el rellano de la escalera sobre los acontecimientos absurdos. Puigdemont acababa de huir a Bélgica y los consellers estaban en prisión. ‘Parece un poco a una serie de la televisión en la cual el guionista, después de un principio emocionante, no sabe muy bien cómo continuar e inventa los cambios de rumba más extraños,’ dije, pensando en Amar Es Para Siempre. Estuvimos de acuerdo en que no se puede declarar la independencia en base de un referéndum en lo cual solamente unos 42% de los votantes participaron, pero que la violencia policial y el encarcelamiento de los concellers y los Jordis eran contraproducentes y escabrosos. Con esta opinión mi vecino se mostró bastante moderado. Muchos españoles se sienten casi personalmente ofendidos por los separatistas.

En Facebook azota una lucha sobre ‘la verdad’, sobre todo acerca de los acontecimientos de 1-o. Mis amigos catalanes comparten fotos de la violencia de la policía. Los anti-separatistas comparten las mismas fotos con comentarios de que se trata de sangre falsa. Según el periódico El País, como casi todos los medios nacionales muy en contra de la independencia, los rusos revuelven en el problema catalán para desajustar la UE. No sé si esto es verdad, pero cierto es que existe una guerra de propaganda. Llamativo es que los dos lados se reprochan el uno al otro que salen a la calle para manifestarse para la unidad de Cataluña/España (táchese lo que no proceda), mientras sus propios políticos corruptos roban a su país. Triste es que los dos lados tienen parcialmente razón. Tanto a Puigdemont como a Rajoy parece convenir que se distraiga la atención de los casos de corrupción en los cuales sus partidos políticos están metidos.

También por Whatsapp recibo muchos mensajes, fotos y videos sobre Cataluña. Alquien que apenas conozco me envió este video (AQUÍ), de una mujer en Catalunya que se siente muy incómoda por los separatistas y nos hace oír una grabación en la cual un activista dice en catalán que ‘ya tendremos tiempo de matarlos.’ ¿Es el video sincero o un montaje? No me extrañaría si un activista gritara algo semejante; en tiempos revueltos el barro siempre sale a la superficie. Pero la verdad es que el video no me convence. Lo que no contribuye absolutamente nada a la credibilidad es esta música de fondo tan fuera de lugar.

También recibí este video en inglés (AQUÍ) que los separatistas utilizan para obtener apoyo internacional. La chica está un poco patética con esta voz demasiado emocional. Hay esta tendencia populista de hablar en nombre del pueblo catalán como si Cataluña no está muy dividida sobre el asunto. Lo que me llama la atención es que la música de fondo es del mismo estilo que la que utilizaban en el video de los anti-separatistas. ¿No podrían los rusos, con su impresionante cultura musical, encontrar algo mejor? ¿Por ejemplo, algo de Shostakóvich para los nacionalistas catalanes y algo de Stravinsky para los nacionalistas españoles?

Por cierto, la guerra de propaganda continuará. Por ahora seguimos teniendo todas estas banderas en las calles, videos con la misma música de fondo, políticos y activistas encarcelados y la monotonía de tener todo el tiempo el mismo tema de conversación.

sábado, 21 de octubre de 2017

Lunes negro

Todavía era pronto cuando el lunes pasado encendí mi ordenador para ver si había mensajes. Nada importante. Entonces, a ver lo que pasa en el mundo. Harto de las noticias españoles con la omnipresencia del jaleo nacionalista de los españoles y catalanes, hice clic a un periódico inglés, en el cual había un artículo sobre Black Monday, lunes negro, del lunes 19 de octubre 1987. Ya hacía 30 años, pero lo recordé como el día de ayer. El martes después estuve en la clase Economía Internacional de Profesor Jager en la universidad de Ámsterdam. Discutimos sobre este inesperado crac de la bolsa, que ahora parece haber sido un presagio de la gran crisis financiera de este siglo.

Mientras estaba leyendo, me daba cuenta de que estaba pasando algo raro. Todavía era de noche. ¿Qué hora era? Ya las nueve y media. Tendría que haber más luz. Fui a la ventana, abrí las cortinas y mis peores sospechos fueron confirmados. Toda Ponferrada estaba cubierta en una nube de humo, que el sol no lograba penetrar. Las linternas de las calles todavía estaban encendidas.

Que había fuegos forestales ya sabía. El fin de semana habíamos estado en Salientes, este pueblo montañoso tan precioso en el norte de El Bierzo. En la ruta vimos que algunas montañas estaban ardiendo. La gente del pueblo nos contó que era exactamente allí donde vivieron los osos, lo que, según ellos, tal vez no fuera casualidad. Cuando volvimos a casa, domingo noche, vimos en la televisión los imágenes tristes de Portugal y Galicia.

Y este lunes el viento del oeste llevaba el humo de Galicia hacia El Bierzo, aunque también había algunos fuegos en la comarca misma. Cuando salí a la calle para hacer compras, todo era todavía oscuro y humoso. El ambiente era triste y amenazante. En grupos algunos vecinos estaban hablando, las voces indignadas. Un vecino se dirigió a mí: ¡Galicia arde! Las empresas que deben proteger los montes lo han hecho.’ Rió cínicamente mientras hacía el gesto de ganar dinero con su pulgar y índice. Como a menudo lo primero que la gente piensa es que hay una conspiración. Son las empresas grandes, los constructores urbanísticos, la mafia, los vigilantes de la montaña mismos. También culpabilizaban a la clase política. Todos deberían dimitir. ¿Pero se puede proteger un terreno tan inmenso y vacío en un largo periodo de sequía y calor contra incendiarios? ¿Quienes son? ¿Y por qué lo hacen?

Aquí en El Bierzo se han identificado hasta ahora cuatro autores de los incendios, creo.
El gran incendio de abril, cerca del famoso Valle del Silencio, era provocado por un ganadero del pueblo Bouzas que quería crear pasto para sus animales por quemar arbustos, lo que resultó en un desastre.
La semana pasada cogieron en los Montes Aquilianos, en el Campo de las Danzas (ya por los nombres de los sitios vale la pena visitar El Bierzo), a un hombre de 77 años que estaba a punto de empezar un incendio. Si era alquien de uno de los pueblos no sé, pero lo supongo.
El lunes negro mismo cogieron a un hombre de 40 años de Ponferrada, que estaba obsesionado con incendiar El Pajariel, el monte más cerca de Ponferrada. Probablemente era él quien empezó el incendio que vi hace unas semanas desde mi ventana. Eran las tres de la tarde, cuando toda Ponferrada estaba comiendo o descansando. Era terrorífico la rapidez con la cual el fuego se extendió.
Hace unos días cogieron a un hombre de 84 años que estaba quemando residuos en su jardín, sospechosamente cerca de un inicio de un incendio.

El perfil de estos hombres no tiene nada que ver con lo que la gente en la calle suponía. En vez de empresas grandes o la mafia, parece que tenemos que sospechar a nuestros vecinos y campesinos mayores testarudos que queman terrenos o residuos porque siempre lo han hecho así. Esto no quiere decir que no hay fuegos provocados por compañías con ciertos intereses. Los criminales más tontos siempre son los más fáciles de coger. Se debe investigar porque tanta gente quiere quemar los montes. ¿Es negligencia? ¿Es por placer o por intereses económicos? Los autores deben ser castigados, desde luego; de esto todos estamos de acuerdo. La sequía y calor absurdo de este otoño, sin embargo, son el resultado del cambio climática. Esto podemos solamente combatir al largo plazo, si tenemos la voluntad de hacerlo.

27 de septiembre 2017 El Pajariel arde

lunes negro, 16 de octubre 2017 a las 10 de la mañana


sábado, 30 de septiembre de 2017

Tierra

En las conversaciones con la gente de aquí hablo, desde luego, mucho sobre las diferencias entre vivir en Holanda y en El Bierzo. Cuando explico que tenía que adoptarme a las costumbres diferentes, la reacción es a veces: ‘Sé exactamente lo que sientes; tampoco soy de aquí’ y esto en un castellano en lo cual no puedo detectar ningún acento extranjero. A mi pregunta, llena de asombro, de dónde es el otro, la respuesta puede ser: ‘Soy de la ciudad León.’ León está a unos 100 km de aquí, pero para mucha gente la vida y la mentalidad allí son muy distintas. Los habitantes de El Bierzo que provienen de las regiones más lejos, todavía ponen más énfasis sobre las diferencias entre El Bierzo y su tierra natal. A los andaluces, por ejemplo, El Bierzo parece una región fría en todos los sentidos, algo que a un guiri holandés no ocurre.

La vinculación con la región es en España muy fuerte. Aquí en El Bierzo tenemos al menos dos partidos regionales y la ciudad está llena de grafiti que demanda la independencia para El Bierzo o que León se separe de Castilla o que El Bierzo sea gallego. Recuerdo un viaje con tren desde Barcelona a Galicia, en los años ochenta, en un vagón lleno de viajeros de todas las regiones que cruzábamos. Todo el viaje conversaban sobre las diferentes costumbres, comidas, arquitectura, lenguas o dialectos de sus regiones. Todavía era un novato en España y me extrañó tanta diversidad y sobre todo el orgullo que mostraban sentir por sus regiones. Pues bien, de que muchos Vascos y Catalanes se identificaban más con sus tierras que con el país España ya me había dado cuenta. En Barcelona había participado en la manifestación de la Diada, sobre todo por curiosidad, lo que era una experiencia temerosa, pues por toda la ruta estaban colocadas filas de guardias civiles a los dos lados de la calle. Era en 1981, creo, en todo caso no muchos años después de la dictadura de Franco.

Y ahora en Catalunya otra vez hay esta situación tan explosiva, en la cual el nacionalismo catalán y el nacionalismo español chocan. Lo que no ayuda nada es que a las dos lados los políticos en el poder no saben ni quieren negociar. Por vía de las medias sociales me llegan mensajes que de veras me preocupan, por el fanatismo nacionalista que muestran. Aunque creo que el nacionalismo casi nunca trae algo bueno, y muchas veces cosas malas, en el caso de Cataluña no estoy en contra de un referéndum, si es garantizado y pactado, como había por ejemplo en Escocia o Quebec. Parece la única manera de salir de esta situación. Importante es que la decisión de separarse solamente se tome si una gran mayoría de la población está en favor. En Holanda había el año pasado un referéndum absurdo, iniciado por los populistas de la derecha, sobre un acuerdo comercial de la UE con Ucrania en el cual el censo era 30%. Al fin 32.2% de los electores votaba, de lo cual 61.1% en contra del acuerdo lo que significa que 0.611 x 32.2% = 19,67% (aquí vemos a un profesor de economía y estadística en acción) de los votantes decidió que Holanda tenía que frenar el acuerdo. Por suerte el referéndum era solamente consultivo.

No estoy convencido de que los separatistas catalanes ganaran un referéndum oficial. Si el estado español decide de colaborar en vez de prohibir y oprimir, los nacionalistas catalanes perderán apoyo y habrá menos votos de protesta a favor de la independencia. Por cierto, hay unas desventajas grandes de la independencia, creo yo, como estas tres:
- FC Barcelona jugaría en la liga catalana y el clímax de la temporada sería: Girona-Barcelona.
- Probablemente Catalunya tendría que salir, temporalmente al menos, de la Unión Europea, porque el último que los otros países quieren es alentar movimientos de separación.
- Y, lo peor de todo, para visitar El Bierzo, sin ninguna duda la mejor región de toda España, los catalanes tendrían que cruzar una frontera y yo para visitar a mis amigos catalanes en Barcelona también. ¡Ya hay demasiadas fronteras en este mundo!

la bandera de El Bierzo

viernes, 25 de agosto de 2017

La Font de Canaletes

En la lista de las ciudades donde me siento en casa Barcelona ocupaba por muchos años la secunda posición. Siento tener que informar a los catalanes que en los últimos años Barcelona bajó a la tercera posición, ahora que Ponferrada lucha con Amsterdam por ser el número uno.

De mi primer viaje a España Barcelona era el destino. ¡Qué ciudad! Era 1982. Por horas pude errar por los barrios antiguos del centro, el Barrio Chino y el Barrio Gótico. Pero también descubrí la atracción del barrio cuadrado, como yo y mis amigos de Amsterdam lo llamábamos. El barrio con los edificios modernistas, con terrazas al borde de las calles tan anchas y rectas dónde la gente estaba tranquilamente tomando sus desayunos y bebidas al lado del tráfico que pasaba zumbando. Nuestros amigos catalanes nos mostraron los sitios que entonces todavía eran pocos conocidos. El barrio de Gràcia, de lo cual recuerdo este restaurante tan popular llamado El Glop para comer butifarra. O el teatro decadente llamado La Bohemia con artistas ya un poco o bastante mayores, muchos de ellos travestitos (véase el documental Yo soy así). En la Sala de Ball La Paloma bailamos sobre la música de una gran orquesta y tuve un susto cuando llamaron por altavoz mi nombre. Era mi cumpliaños. Y esto en medio del verano; no lo sabía. El Cava no sabía menos rico por eso.

Una vez de vuelta en Amsterdam probaba mejorar mi capacidad lectora del castellano con novelas españoles que estaban situados en Barcelona. Leí Nada de Carmen Laforet con el diccionario a mi lado sobre el sofá y el mapa de Barcelona en el suelo para poder seguir la caminata de la protagonista Andrea por la ciudad. Me impresionaban los libros La Ciudad de los Prodigios de Eduardo Mendoza y Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé.

Por muchos años visité frecuentamente la ciudad. Y volveré. Debe ser así. Nuestros amigos catalanes nos llevaron a la fuente en Las Ramblas, La Font de Canaletes, y nos explicaron que quién bebe el agua vuelve a Barcelona. Tomé tantos tragos como pude para asegurarme de muchas visitas a esta ciudad tan hermosa, intensa, vivaz y loca. Era justamente allí, dónde está la fuente, cerca de la Plaza Catalunya, dónde la semana pasada un joven muselman, lleno de odio contra todo lo que significa Barcelona, condujo una furgoneta sobre Las Ramblas. El resultado: trece muertos, muchos heridos, miedo, odio.

Desde luego había reacciones fuertes, sobre todo en los medios sociales. También en España hay los que quieren culpar a grandes grupos de la población por los crímenes de unos individuos. Desde luego había los de la derecha y españoles nacionalistas que querrían culpar a la alcaldesa Ada Colau, porque no había obstrucciones para proteger Las Ramblas. Había los de la izquierda y catalanes nacionalistas que querrían culpar al rey porque había estado de visita oficial en Arabia Saudí. Hasta un ataque terrorista como este se utiliza como un instrumento político, sobre todo ahora, cuando las mentes están tan divididas por las aspiraciones de independencia de Catalunya.

Pero la mayoría de las reacciones que vi me daban esperanza y me sentía orgulloso de mi tercera ciudad. ‘No tenim por’ (no tenemos miedo) escandió la gente en la calle después de un homenaje a las víctimas. Muchos habitantes enfatizaban que Barcelona era una ciudad polifacética, abierta y mundial donde no hay sitio para el odio ni la intolerancia. También los musulmanes de Barcelona se manifestaron en contra del ataque terrorista.

Te vuelvo a visitar pronto, Barcelona, ya hace demasiado tiempo, y apagaré mi sed en La Font de Canaletes.


lunes, 31 de julio de 2017

La Olla Express

He llegado, por fin. La cima de El Pajariel, el monte con vistas sobre Ponferrada y todo El Bierzo. Sudando me doy cuenta de que esto es el primer desafío deportivo desde hace semanas. Había demasiado calor. Este domingo tampoco hace frío. Hay una bruma sobre Ponferrada. Contaminación, también aquí, a pesar de la baja densidad de población y la falta de industrias. Pero El Bierzo está rodeado por montañas. La contaminación se cuelga. El bochorno también. La Olla, llaman a El Bierzo aquí (oficialmente La Hoya del Bierzo, véase el comentario de Carlos). Utilizan mucho la palabra microclima para explicar la alta producción de la agricultura. Desde hace poco hay también aceite de olivas berciana. Parece que cada año hace más calor. Tal vez no dure mucho que tendremos que llamar El Bierzo La Olla Express.

El calor empezó temprano este año. En junio los termómetros ya marcaban 40 grados. Había una corta ola de calor feroz. Era cuando estuvimos en Holanda, donde el tiempo era maravilloso. Cuando regresábamos, todos los amigos, vecinos y miembros de familia se quejaban: ‘¡Uyy, era terrible, este calor, qué suerte tuvisteis de estar allí en el norte!’ Después, el tiempo se normalizó, pero ahora, en julio hace otra vez calor. A veces, mucho calor.

Vivo demasiado poco tiempo aquí (aunque ya 8 años) para concluir por propia experiencia que el clima en El Bierzo ha cambiado. Por cierto, los últimos dos veranos eran muy calientes. La mayoría de los bercianos parecen estar convencidos del cambio climático. Antes en los inviernos había más frío y nieve, dicen, y los veranos eran más fresquitos. Había más lluvia. Ponferrada solía estar envuelta en una niebla fría durante largas semanas del invierno.
Alli lejos veo las chimeneas de la central térmica de Cubillos del Sil, esta vez sin la pluma del humo. Es una fuente de emisiones de CO2, desde luego. La compañia Endesa quiere cerrar la central en 2020. No por consideraciones medioambientales, por cierto, sino por intereses económicos. Hay muchas protestas contra la decisión. El empleo en El Bierzo ya sufrió tanto por la crisis y la disminución de la producción del carbón. La central quema sobre todo carbón importado por ser más barato. También esto provoca protestas. Deberían quemar carbón local, es la opinión de todos los partidos regionales, los departamentos locales de los partidos nacionales, los periódicos regionales y los sindicatos. Si admitieran que la minería de carbón está llegando a su fin, perderían mucho apoyo popular en El Bierzo.
La verdad es que en España se utiliza relativamente mucha energía renovable, sobre todo si lo comparas con Holanda. Por ejemplo, hay aquí muchas centrales hidroeléctricas, lo que en la Holanda tan llana es imposible. Aquí, desde El Pajariel, puedo justamente ver el embalse que está encima de Ponferrada. Sobre los montes más accesibles hay muchas turbinas de viento. Uno de mis amigos holandeses, que venía de visita el año pasado, me contó que no entendía porque no se generaba más energía solar en España: ‘En el autobús desde Madrid vi la meseta tan seca y vacía; ¿porque no llenan el terreno con paneles solares? Cuanto más se calienta el clima, más electricidad se genera. Es el mantra de muchas artes marciales: utiliza la fuerza del oponente para combatirle.’Le di la razón.
Hace poco vi en un artículo una lista del grado de la disminución de la emisión de CO2 si no hicieras algo, hicieras algo menos o de manera diferente. En la cabeza, con distancia amplia, estaba: tener un hijo menos. Con alivio leí la noticia. No hacía falta sentirme tan culpable de tantos viajes a Ámsterdam. Por cierto, ya estamos casados por casi un año y todavía no hay ninguno pequeño guiri en marcha, pues: ¡A reservar vuelos! Después me daba cuenta de la tristeza de todo: lo peor para el medioambiente que se puede hacer es poner en el mundo alguien con el mismo estilo de vida que tú mismo. 

Por la última vez miro alrededor, disfrutando de la vista. Después bajo uno de los senderos pendientes hacia el río Sil. El calor ya está incrementando.

viernes, 30 de junio de 2017

NO SI

Es la mañana de un miércoles lluvioso en Ponferrada. Bajo la escalera del edificio con la bolsa de compras en mi hombro y miro por si acaso hay correo en nuestro buzón. Está llenísimo. Otra vez todos los supermercados de la ciudad han repartido sus periódicos de publicidad a todas las viviendas. Quito todo el papel del buzón, cojo también los periódicos que están tirados sueltos sobre los buzones y salgo a la calle en dirección del contenedor de papel. ¡Qué despilfarro es todo eso!
Repartir publicidad sin pedir permiso debería estar prohibido. Al otro lado, esto significaría menos empleo. A veces los repartidores están en frente de la puerta del portal cuando regreso a casa. En estos casos normalmente abro para ellos sin ninguna queja. A menudo llaman a la puerta y gritan: '¡Publicidad!' por el intercomunicador. La distancia física hace más fácil ignorarles, pero casi siempre hay algún vecino complaciente que les abre.

Parece un trabajo sin mucho sentido, repartir periódicos que casi nadie lee. Hace poco leí un artículo interesante sobre bullshit jobs, puestos de trabajo ridículos. (AQUÍ en inglés) En el mundo occidental mucho trabajo de producción desapareció por la mecanización, automatización, robotizacióny ygloblalización y fue substituido por trabajos sin sentido. A veces se trata de puestos bien pagados: los asesores de organización, los mánagers de marketing ylos HHRR mánagers. Pero también en los estratos mal pagados del mercado laboral se puede ver este fenómeno. Por ejemplo, me llaman casi a diario los vendedores de las compañías telefónicas; casi siempre se trata de alguien con un fuerte acento latinoamericano que yo, siendo guiri, casi no entiendo. No les parece importar mucho. A pesar de mis protestas siguen hablando hasta que cuelgo el teléfono.

¿Cómo puede alguien saber si su trabajo es inútil? Imagínate que todos los compañeros con la misma profesión entran en huelga. Si esto a nadie le importara un bledo, tienes un puesto de trabajo ridículo. Yo mismo tengo bastante experiencia laboral en la educación y la verdad es que si hubiera querido hacer mi alumnado muy feliz, sería por anunciar una huelga general de los profesores. Pero a los padres lo importaría mucho, porque no sabrían qué hacer, y tengo la esperanza que en el largo plazo también mis alumnos sabían apreciar mis clases. Lo que quiero decir: un profesor no tiene un puesto ridículo. El mismo se puede decir de los limpiadores, basureros, cuidadores, enfermeros, doctores, bomberos y tantos otros profesionales. Para los asesores de organización tengo un consejo completamente gratis: ¡qué no entréis en huelga! Tampoco una huelga de los vendedores telefónicos causaría mucha alarma social, temo. Y hasta a las cadenas de supermercados no les importaría mucho si todos los repartidores entrara en huelga, porque lo que hacen con su propaganda es competir el uno con el otro. Si todos parasen de distribuir publicidad, sería solamente una reducción de gastos.

Aquí en El Bierzo he aprendido apreciar las pegatinas para el buzón con NO NO, NO SI o SI SI que se puede obtener en los ayuntamientos en Holanda. El primer SI o NO indica si quieres recibir publicidad y el secundo SI o NO indica si quieres recibir los periódicos gratis del barrio como aquí El Buscador. Los repartidores están obligados de respetar los deseos de la gente. Me gustaría importar el sistema en España aunque no hay tantos periódicos del barrio. Quizás tenemos que utilizar la secunda opción para algo completamente diferente que la propaganda comercial. Sería tan bonito si llamaran a la puerta y gritaran: '¡Poesía!' Por consideración con el medio ambiente respondería: 'No necesito el poema en papel; ¿Sería tan amable de recitarlo lentamente por el intercomunicador? Gracias.'




viernes, 19 de mayo de 2017

Amnesia

Cada vez me ocurre más. Acabamos de visitar uno de los bonitos pueblos de El Bierzo, donde admiramos la arquitectura tradicional con las casas hechas de adobe y piedras, los techos de pizarra y los balcones de madera. Tal vez anduvimos un poco por los alrededores y tomamos algo en el bar o picamos algo en el restaurante. Estamos saliendo del pueblo con coche y quiero expresar mi admiración por toda la experiencia, cuando noto que he olvidado el nombre del pueblo. Más o menos recuerdo como suena, y, hablando muy rápidamente, utilizando muchas consonantes fuertes y escondiendo las vocales, pruebo pronunciarlo como un español: ‘¡Karrebrderero es de veras precioso!’ Desgraciadamente, esto no suele convencer a mis compañeros de viaje. ‘¿¡Qué!?’ es la reacción normal, seguido por una carcajada en la cual asombro e ironía parecen luchar por prioridad. A veces, cuando mis compañeros ya me han oído decir tales barbaridades más veces, solamente reaccionan con una corrección impaciente: ‘¡¡Carrecedelo!!’

Lentamente empezaba a dudar el estado de mi memoria. ¿Sería esta amnesia el precio que pago por mi estilo de vida anterior? Por cierto, 50 años en Ámsterdam pueden dejar sus rastros físicos y mentales. ¿Debería dejar las copas de vino con la comida o las pintas de cervezas con mis amigos guiris en Ponferrada? ¿Sería de veras que me pondría viejo? Pero lentamente empezaba a ver la luz. Es que hay algo extraño en los nombres de los pueblos Bercianos. Te confunden. A veces, sospecho que se trata de una conspiración para hacer creer a un guiri de cierta edad que tiene problemas de memoria. Tal vez la industria farmacéutica está detrás de todo. Porque si de veras quieres que la gente recuerden los nombres de los pueblos, puedes utilizar nombres fáciles como en Holanda: ‘s Gravenhage, Geertruidenberg o Schiermonnikoog.

Un ejemplo. En los veranos a nosotros nos gusta nadar en la playa fluvial en el pueblo La Ribera de Folgoso. No estoy seguro de este nombre. Porque más arriba del Río Boeza, o abajo, no estoy seguro, se encuentra el pueblo Folgoso de La Ribera. ¿Es una broma o un intento consciente de mantener guiris a distancia de esta playa fluvial tan atractiva? Además, estoy convencido de que cada año se intercambian los nombres de los dos pueblos. Más arriba de este río está el pueblo Boeza, un nombre que a veces confundo con Bouzas, que es otro pueblo Berciano. El último pueblo del valle del Río Boeza, ya en la Cordillera Cantábrica, se llama Colinas de Campo de Santiago de Martín Moro Toledano, tampoco el nombre más fácil de recordar.
Pero hay más ejemplos. Cerca de Carracedo de Compludo se encuentra la cascada más alta de El Bierzo, mientras en Carracedo se puede visitar un monasterio impresionante. Carracedo (del monasterio) no está lejos del pueblo Carracedelo. No es difícil llegar a Carracedo; desde Ponferrada vas a Camponaraya, dónde en la bodega de Viñas del Bierzo se puede comprar el mejor vino espumoso de El Bierzo, y después a Cacabelos y allí a la izquierda. Otra atracción en El Bierzo es el lago cerca del pueblo Carucedo. Allí el agua es menos fría, pues más agradable, que el agua en la playa de La Ribera de Folgoso o Folgoso de La Ribera, depende del año, o de Colinas de Campo de Santiago de Martín Moro Toledano.

Desafío a cualquier guiri del mundo de estudiar el párrafo anterior por no más de diez minutos, ponerse en contacto conmigo por Skype y responder algunas preguntas sencillas como: cerca de qué pueblo está la cascada más alta de El Bierzo, en qué pueblo se puede visitar un monasterio impresionante, dónde hay un lago que es muy agradable para nadar, dónde se puede comprar el vino espumoso más rico de El Bierzo y qué es el maldito nombre del pueblo completamente arriba del río Boeza. Quien responde sin errores recibe como premio una caminata gratuita de Folgoso de La Ribera hacia La Ribera de Folgoso. O al revés.
Lago de Carucedo


viernes, 28 de abril de 2017

De viaje con mi tío

No era solamente mi tío. Tío Jaap (pronuncia como Yap) era un amigo y en cierto sentido mi ejemplo. Todavía tengo y utilizo la guía de aves que me dió cuando cumplí diez años, porque yo parecía haber mostrado algún interés en conocer los nombres de los pájaros en los parques de Ámsterdam. Así era tío Jaap; era el miembro de  la familia que nos estimuló a estudiar, leer y viajar. 

A mis padres no les gustaba viajar y menos al extranjero. Mi madre había estado una vez en Bélgica cuando todavía vivía en el barco de mi abuelo y mi padre había pasado un tiempo muy duro como trabajador forzado en Alemania durante la segunda guerra mundial. Desde entonces los bosques en el este de nuestro pequeño país ya estaban suficientemente lejos para mis padres. Era mi tío Jaap quien traía de sus viajes de vez en cuando un pedacito del extranjero a nuestra casa. Nunca olvidaré una cierta noche de San Nicolás, la fiesta de 5 de diciembre cuando es costumbre dar regalos anónimos unos a otros, muchas veces de burla o con un poema. Esta vez mi madre abrió un regalo para ella que contenía una extraña substancia blanca. Yo, cómo chico de 12 años dije: ‘Quizás está un regalito escondido dentro, mama.’ Mi madre empezó a hurgar la substancia hasta que mi tío se despertó de sus pensamientos y gritó: ‘¡Es queso francés!’ 

En el año 1976, cuando tuve 17 años, mi tío opinaba que mi hermano mayor y yo necesitábamos ver más del mundo. Nos llevó con su coche a Francia. Para nosotros era el primer viaje al extranjero. Un mundo se abrió. Tío Jaap nos enseñó como pedir en francés comida, bebidas y la cuenta, tradujo los menús con tantas platos desconocidas y nos explicó el orden en el cual teníamos que comer los quesos franceses de postre: desde suave de sabor hacia más fuerte terminando con el roquefort. Nos enseñó el placer que puede dar el viajar. El pueblo dónde nos quedábamos en el camping municipal se llamaba Salles Curan; me gustaría volver allí una vez; a ver si todavía existe aquella panadería con la tarta de ciruelas.
En Francia en 1976
Muchos años más tarde, en 2001, era yo quien llevaba a mi tío de viaje. Fuimos a China, Beijing. Tió Jaap ya era un poco mayor, casi 71, pero disfrutó del viaje y estaba completamente abierto para esta aventura en esta cultura tan ajena a la nuestra (en la cual nos ayudaba mucho mi amiga Marike, que ya vivía allí desde hacía muchos años). Desde luego visitamos la Gran Muralla y los templos y palacios. Nos reímos mucho cuando alquilamos  en la Ciudad Prohibida unos auriculares con un audio tour en inglés con la voz de Roger Moore. ¡James Bond explicando la cultura china!

En China en 2001
El último viaje que hicimos juntos que quiero recordar aquí fue a El Bierzo. Todavía no vivía aquí, pero lo estuve considerando y pasé todas mis vacaciones en Ponferrada. Sentí la necesidad de oír la opinión de tío Jaap; de tener su aprobación.  A mi mujer Ana ya la conocía: en los años ochenta cuando Ana y yo éramos solamente buenos amigos ya habíamos cenado en la casa de tío Jaap. Desde entonces de vez en cuando me daba el consejo: ‘Si una vez puedes empezar algo con aquella chica española, Roland, hazlo.’

Le llevamos a Las Medulas, desde luego, porque a él, como profesor de historia, le gustaría esta explotación minera de oro romana. Visitamos los puebles más emblemáticos de El Bierzo como Villafranca, Peñalba de Santiago y Molinaseca. En este último pueblo fuimos a nadar en el río aunque el agua era un poquitín demasiado fría para mí tío y las piedras en el río eran demasiadas duras e irregulares para sus viejos pies. Comimos en El Palacio de Canedo y era allí dónde mi tío dijo: ‘Este es el mejor entrecote de mi vida’. Cuando unos días después en la casa de mis suegros probó con mucho gusto el temido botillo berciano, todo era claro: mi tío aprobó al giro que tomará mi vida.
En El Bierzo en 2007

Mi tío murió el jueves 13 de abril en un hospital en Ámsterdam en presencia de mi hermano Willem, su mujer Els, mi mujer Ana y yo.
Su muerte deja un gran hueco en nuestras vidas; por suerte nos quedan los recuerdos tan bonitos.

sábado, 25 de marzo de 2017

Copas y mujeres

El jueves pasado tomé mi café de la mañana en mi bar favorito del barrio: café Gijón. Busqué sobre la barra un periódico, El Mundo esta vez, y me senté en una mesa. Me llevaron el café con leche sin que tuviera que pedirlo; soy un fiel cliente.

Mis ojos se dirigieron hacia el titular del editorial: ‘Dijsselbloem debe dejar la presidencia del Eurogrupo’ Intuí malas noticias para un guiri holandés, a quien se pide a veces explicaciones por el comportamiento de sus compatriotas. Justamente parecía que Holanda por fin recuperaba un poco su buen nombre por no votar masivamente al populismo de la extrema derecha. En Facebook circulaba una petición de firmas para agradecer a los holandeses. Los españoles ya casi habían olvidado la patada de karate de Nigel de Jong en el mundial de 2010. Pero Jeroen Dijsselbloem, con su nombre impronunciable, lo estropeaba todo. Gracias Jeroen.

Seguí leyendo la opinión del editor de El Mundo, que se había enfadada tanto que letreaba mal el nombre de Dijsselbloem:
 
Casi no pude creer que Dijsselbloem había dicho eso. No estoy siempre de acuerdo con él; en mi opinión Europa debería haber estimulado la economía para combatir la crisis en vez de propagar recortes, pero no conozco a Dijsselbloem como un populista. Decir que los del sur gastan todo su dinero en copas me parece por dos razones erróneo: se bebe aquí menos alcohol (creo) y las copas son bastante más baratas. De las mujeres a quienes se puede gastar mucho dinero no sé mucho; soy un hombre felizmente casado.

Volví a casa para leer en el Internet lo que había dicho Dijsselbloem literalmente en el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Era esto: ‘No puedo gastar todo mi dinero a copas y mujeres y después pedir a ayuda a usted. Este principio vale al nivel personal, local, nacional y europeo.’ (Ich kann nicht mein ganzes Geld für Schnaps und Frauen ausgeben und anschließend Sie um Ihre Unterstützung bitten. Dieses Prinzip gilt auf persönlicher, lokaler, nationaler und eben auch auf europäischer Ebene.)

Bastante diferente de lo que escribió El Mundo. Sus palabras me recordaban a lo que contestó el famoso futbolista inglés George Best cuando le preguntaban que había hecho con su fortuna: ‘Gasté mucho en copas, mujeres y coches rápidos, y lo demás malgasté.’ Efectivamente, George Best no es un hombre para prestarle tu dinero. Dijsselbloem si parece confiable con dinero. Seguramente no refería a sí mismo, cuando utilizaba la palabra ‘ich’ (yo). No me parece un juerguista. Utilizaba el yo para hablar de cualquier persona, aunque en el contexto se puede pensar que hablaba del sur, sobre todo cuando ya se odia a Dijsselbloem. Lo que El Mundo al menos pudiera haber puesto era una cita literal en vez de cambiar el contenido de sus palabras.

Por curiosidad miré lo que escribió El País, el gran competidor de El Mundo. En la sección Economía encontré una cita bastante adecuada:
 
Pero en otro artículo cambiaron de tono:
 Creo que nadie duda que se deba exigir que las ayudas europeas sean utilizadas de manera adecuada. Todos sabemos lo que pasó en Andalucía con los fondos de formación. Aquí en El Bierzo recibió el sector del carbón muchos fondos europeos, pero nadie sabe dónde este dinero ha ido. Seguramente hay en cada país ejemplos de proyectos absurdos financiado por la UE por falta de control y seguimiento. Se debe garantizar que el dinero público se invierte en infraestructura, educación, energía limpia y sanidad y que el dinero no desaparezca en cuentos bancarios en Suiza o en Panamá.

En estos tiempos difíciles necesitamos más que nunca una Europa unida para mantener el bienestar para todos y luchar contra el cambio climático, lo que en un solo pequeño país es casi imposible. No nos podemos permitir una fricción entre los del sur y los del norte.

Pues bien, suficiente política por ahora, es fin de semana: voy a invertir dinero en unas copas para mí y mi mujer.

martes, 14 de marzo de 2017

La anécdota ocultada

Lo hice temprano esta vez. Duraba bastante tiempo hasta que llegaron los documentos por correo electrónico, pero una vez que los recibí, ya hace dos semanas, fui inmediatamente a la papelería Ofimay para imprimir mi tarjeta electoral y después a la oficina de correos al otro lado de la Avenida de América para enviar mi voto para las elecciones de 15 de marzo.

Ya vivo casi hace ocho años en El Bierzo, pero todavía soy suficiente holandés para poder participar en las elecciones holandesas y sobre todo me siento suficiente europeo para no perder la oportunidad de votar en favor de una Europa unida y progresista, ahora que en tantos países reina el vandalismo electoral. Solamente España parece escapar de esta tendencia. Aquí no hay un partido derecha populista, anti-inmigración y antieuropeo. Muchos comentaristas piensen que es por los recuerdos tan vivos de la dictadura de Franco con todo su retórica nacionalista; yo mismo creo es porque tantos españoles leen mi blog; pues bien, la verdad será como siempre en algún lugar en el medio.

La última vez que visité Holanda era en septiembre del año pasado, cuando me alojé como siempre en la casa de mi viejo tío Jaap (pronuncia como Yap) en el barrio Osdorp en el oeste de Ámsterdam. Septiembre es el mes en lo cual el parlamento discuta los planes del gobierno para el año que viene. Me extrañó mucho oír en la tele tantos políticos y comentaristas hablar sobre todos los graves problemas sociales que tendría mi patria tan próspera, mientras por la ventana vi a muchos habitantes de aquel barrio multicultural disfrutándose del sol de otoño para pasear, ir con bici o hacer jogging al lado del canal. Los asistentes de la Ambulancia de los Animales salvaron a un cisne herido del agua. En el dormitorio la persona de ayuda a domicilio de origen marroquí estaba haciendo la cama de mi tío.

El domingo siguiente fui con bici al centro de Ámsterdam para ir a la fiesta del 50º cumpleaños de una vieja amiga, que era para mí la oportunidad ideal para ver muchos amigos y conocidos. Desde luego, brindamos muchas veces por la salud de la cumpleañera y después brindamos por otras cosas que ya no me recuerdo. En Ponferrada bebo menos alcohol que solía hacer en Ámsterdam; aquí solamente bebo más de tres cañas seguidas cuando salgo con mis amigos guiris. Entonces, ya no puedo resistir tanto alcohol, lo que noté después de la fiesta cuando me tambaleé hacia mi bici y me resultó difícil quitar el candado. Estaba bastante bebido. Ya era demasiado tarde para coger un tranvía y los taxis en Holanda son impagables, pues me fui con bici, concentrándome mucho para ir tan recto como posible. Mucha gente en Holanda pensaría que es una mala idea ir con bici en la noche y además bastante bebido por el barrio Ámsterdam Oeste, que es por excelencia el suburbio de los inmigrantes, pero nací en este barrio y todavía me siento a gusto allí, a pesar de todos los cambios que había. Ya cerca de la casa de mi tío sucedió. En una intersección venía un coche de la izquierda, paré, pero mi pie se aprisionó entre mi pedal y el cuadro de la bici, es absolutamente ridículo que hay tan poco sitio allí para moverte los pies, y caí sobre el suelo. El coche paró y el conductor venía hacia mí mientras preguntaba con un acento árabe: ‘¿Todo bien, señor?’ Mascullé que sí y empecé a montar mi bici otra vez. El chico me miró un momento preocupado y volvió a su coche mientras meneaba la cabeza.

Esta debería ser una anécdota de nada: un hombre borracho cae de su bici; alguien le pregunta si todo va bien. Pero en estos tiempos turbulentos necesitamos noticias positivas, creo yo, como contrapeso a todos los prejuicios que circulan. La verdad es que no hablé de mi caída con casi nadie. Esto era por vergüenza y también por un cierto orgullo de mi identidad nacional. Un verdadero holandés no cae de su bici aunque haya bebido demasiado. Quizás es que me he integrado demasiado en la sociedad española durante los últimos años. Es sabido que los españoles caen con frecuencia de sus bicis alquiladas cuando visitan Ámsterdam.

El día siguiente fuimos con la familia a comer algo en el barrio Osdorp, donde encontramos un pequeño restaurante turco con una terraza. Que el viejo hombre que nos sirvió no podía hablar ni una palabra en holandés no nos importaba mucho. La carta era en holandés y tenía fotos de todos los platos. Que allí no sirvieron alcohol me convenía en aquel momento bastante bien. Mi cuñada y yo pedimos una sopa de lentejas; mi hermano y mi tío una sopa de pollo. Era delicioso.


domingo, 19 de febrero de 2017

¡Salud!

Es un jueves por la mañana. Miro por la ventana y veo que hay llovizna. El invierno berciano pinta los picos de los Montes Aquilianos de blanco, pero las calles de Ponferrada de gris. Un temblor en el bolsillo de mi pantalón indica que recibo un mensaje. Es mi estudiante de la mañana. ‘No puedo venir. Gripe o un catarro.’ De pronto tengo la mañana entera libre. Esto significa hacer de compras ampliamente. Pero no es el tiempo adecuado para ir lejos. Pues, me quedo aquí en el barrio. Pongo mi abrigo, bajo la escalera y cruzo con la cabeza encogida entre los hombros bajo la lluvia la Avenida de América.

Primero a la farmacia. Allí siempre compro los medicamentos de toda la familia, que sobre todo por mi suegra suelen ser muchos. Si Julio, el propietario, tiene tiempo, me atiende personalmente. Nos conocimos durante una caminata en la montaña organizada por la escuela de idiomas y después nos encontramos algunas veces en una cata de unas de las bodegas de la comarca. Pues, el procedimiento normal de entregar la tarjeta sanitaria y las recetas, la buscada de las pastillas en el almacén detrás del mostrador y el pago, se combina con una conversación sobre nuestros hobbies en común. ‘¿Vas a la montaña este fin de semana?’ ‘Creo que sigue lloviendo.’ ‘Quizás voy a la cata de la bodega Palacios.’ ‘Interesante. ¿Dónde y cuándo estará?’

Veo que hay una pila de folletos al lado de la caja. ‘Los antibióticos siempre con receta en la farmacia, leo.’ Este mensaje solamente refuerza mi suposición de que en España el comportamiento con las medicinas es más laxo que en Holanda. Para cada tos, constipado o dolor se toma pastillas, parece. Una vez tuve que ir a una farmacia nocturna y me daban sin ningún problema un medicamento de la cual la caja avisaba que solamente se podría obtenerla con receta. Un amigo mío en Holanda me pregunta a veces si puedo llevarle un tubo con crema para su lesión que en Holanda ningún doctor le quiere receptar, ni hablar de que una farmacia se la venda. Un estudiante mío me contó que su doctor le receptó antibióticos cuando tenía un catarro. ‘¿Antibióticos para una enfermedad viral?’, le pregunté con asombro. Me explicó que no había tomado las pastillas por los efectos secundarios y las había sustituido por pastillas homeopáticas que ayudaron de veras; unos días más tarde el catarro había desaparecido. No lo dije pero pensé: ‘catarros suelen desaparecer en unos días.’ Es una tendencia. En vez de consumir menos medicamentos la gente crítica a la industria farmacéutica consume medicamentos homeopáticos o visitan doctores alternativos. Y también en este sector se gana mucho dinero.

Mientras tanto me he despedido de Julio y estoy haciendo compras en el supermercado casi al lado de la farmacia. Desde los estantes letras grandes me gritan que tengo que preocuparme de mi salud: con Omega 3, con grasas insaturadas, con calcio añadido, sin azucares añadidos, no contiene lactosa, no gluten. Hasta en un paquete de azúcar leo que no contiene gluten. Yo también participo de esta tendencia de alimentación saludable: compro un paquete de avena y yogures naturales desnatados, lo que es según las páginas webs sanitarias el desayuno ideal para bajar el nivel de colesterol.

Mientras estoy andando con mi bolsa llena de compras en dirección de casa, noto que la llovizna se acabó. El tiempo se ha vuelto bastante agradable. Parece primavera. Me surge un deseo de hacer algo y ando un poco más rápido. Luego voy a ponerme mis zapatos deportivos para correr un poco en El Pajariel (la montaña al lado de Ponferrada). Eso es sano para cuerpo y mente. Al menos, es lo que dicen.

miércoles, 18 de enero de 2017

Impresiones de un guiri en Vietnam

Estamos en Ho Chi Minh Ciudad, antes conocido como Saigón. Primeras impresiones: calor tropical, ruido, tráfico caótico, contaminación, dinamismo. Para cruzar la calle se debe ir lentamente andando sin vacilar ni parar. La acera es apenas transitable. Dónde no están aparcados las motos hay gente vendiendo una variedad de cosas. Nos sentamos en una de las terrazitas con mesitas y sillitas de plástico para comer una sopa, como vemos haciendo a tantos vietnamitas. Deliciosa.

Todo el mundo se traslada con una moto, a veces con toda la familia sobre un vehículo, incluso el bebé que le dan el biberón mientras van de eslalon por el tráfico. Sin cesar indican con su claxon: aquí estoy. Reglas de tráfico no parecen existir. Tampoco en Sa Dec, la ciudad provincial en el Mekong Delta que es nuestro segundo destino. Nuestro taxista, que parecía tan confiable, decide en la primera rotonda inmediatamente girar hacia la izquierda contra la dirección del tráfico. Con bocinazos indica a los otros usuarios de la rotonda lo que va a hacer, y estos lo aceptan. Como guiri en Vietnam me pregunto cómo deciden quién es responsable en el caso de un accidente. Los argumentos usuales (tú me adelantaste a la derecha; yo tenía prioridad) no valen aquí nada. Y accidentes hay muchos; vi cuatro en dos semanas.

Estamos en un parque natural en el Mekong Delta lleno de monumentos de la guerra. Con canoas pasamos los escondites de los guerrilleros del Vietcong en el pantano. En la terraza del restaurante nos rodea un grupo de niños que están de excursión escolar. Quieren practicar su inglés con nosotros. Las mismas frases estandart que en España: How are you; I’m fine thank you; Where are you from? Noto que puedo contestar a esta última pregunta con: I’m from Spain. No ven la diferencia. Por fin puedo pasar por un español. No parecen saber la palabra Holland o The Netherlands. Ha Làn, explican nuestras guías, dos estudiantes con mucho talento. ¿Dónde ha ido el tiempo que holandeses podían aclarar su nacionalidad con la palabra Cruyff? Ahora nadie conoce a ningún jugador holandés. Conocen a Ronaldo, por cierto, y saben que juega en España. A una niña hago otra pregunta básica de cada método inglés: What are your hobbies? Selfies, contesta.

Desde la ciudad Hoy An visitamos los templos hindú en la selva de My Son, que los franceses descubrieron y excavaron en el siglo 19. También robaron todas las cabezas de las estatuas, explica nuestro guía local. Ahora están en El Louvre en Paris. En los años sesenta los americanos bombardearon el complejo de templos porque el Vietcong tenía aquí una base. Nuestro guía apunta a los cráteres de las bombas. Unos de los soldados del Vietcong era su padre, que por suerte pudo escapar a la selva. Hay también otros relatos. Unos días más tarde nuestro taxista cuenta como sus padres, unos campesinos en los montes cerca de la ciudad Hue, sufrieron bajo la opresión del Vietcong. A la mayoría de la gente no les gusta hablar de la guerra. The future is important, dicen. Not the past.

En la ciudad Hue encontramos un restaurante con sillas y mesas de plástico azul. Esto significa calidad, es mi hipótesis en base de una experiencia positiva en Ho Chi Minh Ciudad. Está lleno. Grupos de hombres, sobre todo, están sentados en las mesas con un cajón de cartón lleno de latas de cerveza en el suelo a su lado. Los bebidos hombres de la mesa al lado vienen uno por uno a nosotros para una charla en inglés o francés. Están celebrando que habían solucionado algún problema en su fábrica de ropa. Cuál es el problema exacto no llegamos a saber. Uno de ellos habla con el camarero para cambiar los platos que ya hemos pedido. Aquí se come cabra, dice con firmeza, mientras desplaza dos latas de cerveza en nuestra dirección. Unos momentos más tarde estamos comiendo goat hotpot. Los hombres, ahora de veras borrachos, se levantan, nos saludan en diversas lenguas y salen del restaurant.

Hanoi. Smog. Nos adaptamos y llevamos mascarillas como tantos vietnamitas hacen. Lo que es notable en las ciudades vietnamitas: no vemos nada que indica prostitución, criminalidad o drogas. Esto da un sentimiento de seguridad. Lo que si pasa es timar. Siempre tienes que regatear o pedir el precio con antelación. Otra cosa notable: la omnipresencia del budismo. No solamente en los preciosos templos; también muchas casas, tiendas y oficinas tienen un santuario y huelen a incienso. Nos sentamos en un balcón de un bar y miramos hacia la locura de la celebración de nuevo año abajo en la calle. Muchos guiris. Tan reconocibles. En comparación con los vietnamitas parecen a sacos de yute llenos de patatas con pies. Con excepción de mi mujer Ana y yo, desde luego. Joven guiris andan en grupos de bar a bar. ¿Cuánto tardarán las ciudades vietnamitas en parecerse a las ciudades mediterráneos? El proceso ya empezó. Por suerte pudimos ver muchas cosas auténticas. Pero a la vez contribuimos a turistización del país, por cierto.

Nuestros últimos días en Vietnam. La bahía de Ha Long. Un mar maravilloso con 2000 islas. Nos quedamos unos días en la isla más grande. Playa, andar un poco, comer, hacer nada. ¡Qué lujo!

Después de nuestro viaje nos quedamos una noche en Madrid. Dormimos desde la siesta hasta la mañana siguiente para quitarnos el desfase horario. Madrid es una tranquila ciudad de la provincia en comparación con Hanoi y Ho Chi Minh Ciudad. Miramos hacia atrás a una luna de miel fascinante y maravilloso. Vietnam tiene mucho futuro, es nuestra opinión. Vimos tanto dinamismo, tanto afán de trabajar y estudiar, tanto sentido comercial, tantos jóvenes con tanta curiosidad. En el autobús en la dirección del Bierzo nos asombra la autopista casi vacía, la meseta despoblada y que el chofer del autobús no utiliza su bocina ni una sola vez.